Hoy al despertarme me entró antojo de comerme unas grandes tetas, unas tetas con las que quedarme agusto, que no quisiese ni desayunar ni comer luego. Por suerte tenía cerca a Quetzal, que como si del mago de aladín se tratase, pude hacer cumplir mis deseos. Vaya polvazo más rico y bueno echamos, dos melones, una cubana y un platano entre medias, ¡¡para que digan que no soy un tio sano!!. ¡¡Casi ni podía esperar a correrme!!, pero por suerte vuestro tito no ha perdido el don.