Es difícil concentrarse cuando tienes una vecina cachonda como Rebecca Volpetti que siempre se masturba y gime como loca. No parece haber un minuto en el día en el que la traviesa rubia no se meta los dedos en su coño afeitado o se excite hasta un grito de orgasmo con un consolador de vidrio. Cuando el vecino Erik Everhard viene, rápidamente se convierte en comer coño, chupar pollas, follar todos los agujeros hasta una corrida facial.