Meg se acaba de mudar al edificio y ha perdido las llaves, por lo que necesita que su vecino de al lado, Bob, la ayude. Él la invita a pasar para que pueda cargar su teléfono y hacer una llamada, pero Meg pronto muestra su verdadero color: lo había visto hace mucho tiempo y solo quiere probar su carne. Bob sigue el juego mientras la maravillosamente salvaje Meg va por su polla. A medida que las cosas avanzan en la habitación, Meg abre su coño para que Bob la folle tan fuerte como pueda, ¡el verdadero deseo de Meg desde el principio!